Parir CON miedo (segunda parte)

En esta segunda (y última, que ya no hay mas chicha compartible) parte de parir CON miedo te cuento cómo fue el parto y cómo sobrellevé el miedo, que no lo eliminé, pero algo hay que hacer con él mientras convives…

El parto

Los dos primeros. De dónde venía…

Mi última eco en los dos primeros embarazos fue en la semana 41, con cita para la siguiente eco en un par de días y un «todo está bien, podemos esperar este par de días a ver cómo sigue, pero si quieres, podemos inducir ya». Decidimos esperar y no llegamos a esa siguiente ecografía, los partos esperaron espontáneamente, con rotura de bolsa estilo película, de POTOCHOF! y agua por tó. Otra vez la atención sanitaria fue la normal para mí…

Cuando llegamos al hospital ya de parto, el que quise, que coincidía que era el que me correspondía pero podía elegir otro con total libertad, entramos por urgencias y directamente me mandaron hacia paritorio:

Celador: ¿Prefieres ir sentada o andando?
Yo: Andando mejor.
Administrativa (a marido): Vete, vete con ella, no te separes que aun te lo perderás. Ya os mandaremos la tarjeta a la habitación y, si no, la venís a recoger al alta.

Lo normal para mí…

Marido estuvo conmigo todo el tiempo, en las exploraciones de gine y matronas, en la epidural, cuando nos dijeron que la cosa no terminaba de funcionar, cuando hubo que darle un empujón al segundo porque era eso o instrumentar… Y de TODO nos fueron informando con respeto y cariño, me acompañaron, recuerdo el abrazo de una TCAE (auxiliar) diciéndome «Lo estás haciendo muy bien», recuerdo a un gine recién llegado preguntándome «¿Quieres que lo intentemos así o prefieres que instrumentemos directamente?». Y a las matronas viniendo cada vez que las llamaba porque las epidurales no iban, porque seguía muriendo de dolor, porque el monitor del peque lo veía feo («Lo vemos en el control y lo tenemos en cuenta. ¿Quieres beber algo? ¿Cambiar de postura? ¿Quieres que probemos pongaAquíLoQueSea?»).

Lo normal. Para mí. No tanto al cambiar de comunidad autónoma.

El tercero. A dónde llegué… O parir CON miedo

El plan que falló

Al final de la primera parte te explicaba cuál era nuestro plan de parto (oculto, que allí no hay de eso) y que este falló.

¿Por qué falló? Porque la dilatación fue muy bien, en casa, y MUY rápida… Un minuto antes de poder salir de casa noté un «clic» en la zona de sacro-cóccix y pensé «No llegamos ni al A, ni al B, o vamos al C, o llega por el camino».

Justo al pensar eso las contracciones se volvieron insoportables. Imagino que porque hubiese podido empezar a pujar pero quizás influyó el miedo, no lo sé.

Le dije a marido que no llegábamos y que tenía miedo, que fuésemos al centro de salud (6.30 de la mañana), que había ambulancia del 061 y al menos no paría en el hospital. Su «¿Y si algo no va bien?» me recordó por qué prefiero parir en hospital… Y solo pude decirle que si le decía que parase el coche, que lo hiciera.

Llegada

Llegamos al hospital y un celador me sentó en una silla de ruedas. Yo iba haciendo fuerza con pies y brazos porque no soportaba estar sentada. Se lo dije. «¿Cómo pretendes subir si no?». Callé.

Mientras marido daba mis datos en recepción de urgencias, la enfermera de triaje me preguntaba de cuántas semanas estaba y llamaba al celador con un «Pero llévatela, no me la dejes aquí, que me pare».

El celador cogió la silla y hacia los ascensores…
– Pero espere, mi pareja…
– Ya subirá, es mayorcito para no perderse.
No le contesté pero gritaba a todo trapo con cada contracción (no me costaba gritar, por tercera vez, qué dolor…), que a las 7.10 de la mañana con pocas personas se iba a cruzar marido en la planta del hospital para preguntar…

En el último giro de pasillo marido nos alcanzó y yo dejé de berrear tan alto. El celador abrió la puerta, no recuerdo si con la tarjeta o con clave, y le dijo a mi pareja que esperase allí y que ya le dirían si podía entrar. A punto de gritarle «VEN» lo oí murmurar «Los cojones» y que paraba el cierre de la puerta. No preocuparse, que solo pasó la puerta, aun no estando de acuerdo respetamos tanto como podemos las manías/costumbres/protocolos.

Paritorio

Vinieron TCAE y matrona:
– ¿Por qué gritas tanto?
– Porque me duele.
– Dame la cartilla de embarazo y los papeles de la autorización de la epidural.
– No lo tengo yo, lo trae mi marido que…
– ¿Y por qué lo trae tu marido? ¿No vas a parir tú?
– Yo qué sé, ¡porque me duele!

Como levanté la voz y eso es muy raro en mí, vino marido preguntando qué pasaba, la matrona le pidió la cartilla y él se la dio.
– Va, no te quejes tanto, ahora avisamos al anestesista.
– ¿Qué anestesista si esto ya está?
– Todas decís lo mismo y luego os pasáis aquí horas. Vamos dentro a ver cómo va esto.

Nada mas mirar me dijo «Pero niña, ¿cómo no te va a doler si ya está aquí?» y a la auxiliar le pidió que fuese a por una silla, que me tenían que llevar YA a paritorio. Le dije que no me podía sentar y no me respondió, volvió a pedirle una silla a la auxiliar.

Me puso una vía.
– Ahora te rompo la bolsa y esto ya estará. Pásame una lanceta.
– Pero no hace falta, ¿no?
Me miró y no dijo nada. Pensé que no me había entendido y me quise explicar, que en mi mente ya se habían formado imágenes de bebé enmantillado. Será una chorrada pero a mí me parece curioso.
– Digo que no hace falta romper la bolsa, que se romperá sola, ¿no?

Brazo con marca de elástico de poner vía e inflamado por debajo
Se le olvidó quitarme el elástico a la matrona. Lo vi yo 3 horas después. Según ella refluía sangre y me dolía porque yo no estaba quieta.

Suspiró poniendo los ojos en blanco y repitió «¿Me pasas una lanceta?»

Callé pero además del miedo que llevaba me entraron unas ganas tremendas de salir corriendo y de llorar.

Rompió la bolsa con la lanceta y me dijo que ya podía empujar.

Primer pujo.
– Pfff… Así no va a salir este niño. Vete avisando, que esto no va.
– Necesito incorporarme, me ahogo.- Estaba la cama casi plana, no tenía apoyo para los pies.
– ¿Cómo te vas a levatar ahora? Empuja.
Aquí ya fue mezcla de miedo, ganas de salir de ahí y enfado.

Marido empezó a buscar el mando de la cama pero le dije que no, que vigilase a la matrona, que a mí no me hacía caso. Recordé el parto del segundo, que no terminaba de coronar y me dieron apoyo para las piernas la matrona y la TCAE, así que me cogí las piernas por debajo de las rodillas y empujé a muerte.

3 pujos y paré. Tocaba esperar pero mi tripa apretaba sola.
– ¡No empujes, no empujes, que te desgarras!

Pararon al niño como un balón de rugby entre matrona y marido. Juro que no empujaba.

7.30 y niño encima de mí.

Postparto

Intenté disculparme por si le había hablado mal al llegar, cuando me había pedido los papeles y me empezó a decir «Es que tenéis que traerlo vosotras, que os lo repetimos mil veces, que…» Le respondí que lo dejase, que ya. Hablar con una pared…

Es un hospital que están en la iniciativa IHAN – ¿Cómo te quedas? Yo a cuadros – así que sí me dieron al peque nada mas nacer, se agarró en seguida a la teta, al rato se lo llevaron a otra sala (en brazos, ¡en brazos! En mis dos carreras nos repetían hasta la saciedad que no se traslada a los neonatos en brazos por su seguridad, que para eso tienen ruedas las cunas…) para los cuidados al nacer. Sí, me gustó mas con los dos primeros, cuidados encima de mí o justo al lado, pero bueno… vale…

Ya en la habitación se lo llevaron, otra vez, para bañarlo (3-4 horitas tenía) y no, no podía bañarlo yo, ni tampoco podía ir marido.

Me lo devolvieron con pijama de cuello a pies y gorro.

Y con gasa anudada al cordón.

Me regañaban cada vez que venían y estaba sin gorro o sin los pies del pijama puestos (lo tenía encima, no estaba abandonado en la estepa siberiana).

Me recomendaron ponerle manoplas porque se arañaba la carita. Dije que no y me recomendaron comprarlas nada mas salir si no quería que mi hijo fuese hecho un cuadro.

Los gines que me revisaron en planta se sorprendieron de que no llevase episiotomía.

La matrona se sorprendió de que no llevase episiotomía. Me dijo que al final me había salido con la mía…

Conclusión y sobrellevar el parir con miedo…

El parto fue el mejor de los tres, muy fácil.

La atención fue la peor de los tres, muy desagradable.

¿Siempre es así allí? Ni idea pero no conocí a ninguna mujer que hubiese parido desde 2014 sin episiotomía o cesárea (tengo una niña de 2014 que fue al cole…).
¿Coincidió que todo el mundo tenía un mal día o era gilipollas? Tampoco lo sé, aunque me parece poco probable…

¿Qué hacía al salir de las consultas?¿En qué pensaba durante el parto?¿A qué me aferraba para respirar hondo?

Marido y yo hablábamos horas de imbécil que puede ser la humanidad.

Recordaba y releía todo lo que sé de partos y suelos pélvicos, desde que estudié fisioterapia hasta los hilos de Twitter de Matronicidio, pasando por mi matrona anterior del centro de salud y las que me atendieron en los partos de mis dos.

Me recordaba que aunque no me gustara la atención, aunque terminase con episio o cesárea, aunque no me explicasen nada… Saldríamos tan bien como fuesen capaces ellos de atendernos, no nos iban a matar. Al peque ya lo iba a coger y no soltar al salir por la puerta. Y yo ya me recuperaría con el tiempo.

Y un día me dio por escribirle un mensaje directo a mi matro (Matronicidio). No me gustaba hacerlo por no molestar pero salí llorando de la matrona del centro de salud, agobiada porque los mayores me preguntaban «¿Qué pasa, mamá?¿No está bien el bebé?» Él me recogió, me leyó, me contestó y me apoyó solo recogiendo mi miedo.

Nunca criticó a nadie pero cada vez que le escribía me apoyó a mí. Hizo lo que debería hacer todo profesional sanitario, aunque no fuese yo de su cupo ni esas fueran sus horas de trabajo. Hizo lo que he hecho yo mil veces con quienes han sido mis pacientes y que yo no encontraba en ese sistema de salud. Y lo hizo porque quiso. Y quien tenía obligación de hacerlo porque forma parte de su trabajo no cumplió. Ni en atención primaria, ni en hospitalaria.

Un mes después lo escuché en una entrevista que le hicieron en el podcast de Buenos días Madresfera y volví a desear muy fuerte haber podido parir por tercera vez con alguien así pero benditas redes que al menos me permitieron tener apoyo en la distancia.

También puedes leerlo, además de en Twitter, como blog invitado de Madresfera.

Mil gracias, matro, por estar, por haberte hecho esa cuenta de Twitter y por no mandarme, con todo tu derecho, a que me atendiese quien debía.

Sé que hay quien lo pasa mucho peor.
Sé que hay quien considerará todo esto una gilipollez.
Pero esta fue mi experiencia y este fue mi sentir.
La matrona suspirando, poniendo los ojos en blanco y sin responderme mas que «no te muevas, a ver si os voy a hacer daño», no se me borra de la memoria.

Yo solo quería salir de ese hospital y hasta entonces no respiré tranquila.

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