
Su autora es psicóloga, educadora, madre de 7 y autora o coautora de 18 libros enmarcados en la misma temática.
Puede parecer un rango de edad muy amplio, pero los conceptos de disciplina positiva son aplicables a todas las edades y, aunque las herramientas difieran ligeramente según las capacidades que van desarrollando, todos quieren sentir que se les tiene en cuenta y que son importantes.
A lo largo del texto repite varias veces que un niño que se porta mal es un niño desanimado, y que nosotros, como adultos, debemos ser capaces de leer entre líneas y ayudarlos a que recuperen ese ánimo perdido, siempre desde el respeto mutuo, lo que excluye cualquier tipo de castigo.
En cuanto a los castigos, es importante mencionar las consecuencias lógicas, que difieren de las naturales porque estas segundas ocurren sin intervención, mientras las lógicas requieren de un acuerdo previo. Por ejemplo, la consecuencia natural de no recoger los juguetes es que están desordenados, o que alguien tenga un accidente si tropieza con ellos; la consecuencia lógica sería meter los juguetes que queden sin recoger en una caja y recuperarlos pasada una semana. Para que la consecuencia lógica no sea un castigo, tiene que ser respetuosa, razonable, relacionada con el hecho que la provoca y revelada con antelación; si no cumple uno de estos puntos, se convierte en castigo, por lo que lo ideal es reducir su uso al mínimo, priorizar las consecuencias naturales y centrarse en la resolución de conflictos.
Explica la autora que el comportamiento de los niños suele deberse a uno de los cuatro objetivos erróneos (llamar la atención, lucha de poder, venganza o incapacidad) pero que el objetivo real detrás de estos es el de sentirse valorados.
Hacia el final del libro habla también de los objetivos erróneos de los adultos, que tampoco somos perfectos, y si trabajamos sobre nosotros mismos, sobre nuestras creencias y actitudes, es muy probable que mejore la relación que tenemos con los pequeños.
Para conseguir colaboración por parte del niño y mejorar así la convivencia, propone:
- Tratar los temas importantes en reuniones familiares o reuniones de clase.
- Dedicar tiempo especial a cada niño y a la familia en conjunto, planeando actividades que nos gusten.
- Proponer y pactar las soluciones entre todos, no hacerlo por votación porque da la sensación de vencedores y vencidos.
- Ganarse al niño, no ganar al niño. No debe quedarle sensación de perdedor, sino actuar por decisión propia.
- Centrarse en los aspectos positivos de la conducta y en los resultados a largo plazo.
- Buscar soluciones, no culpables ni consecuencias que pueden convertirse en castigos.
- Implicar a los pequeños en la búsqueda de soluciones.
- Escucharlos para que te escuchen, pero como en todo, primero hay que dar ejemplo. Igual pasa con el respetarles para que te respeten.
- Usar preguntas de curiosidad (sinceras, no buscando respuestas cual poli malo). Son preguntas del tipo: ¿Qué crees que podemos hacer para…? ¿Cómo crees que se ha sentido cuando…?¿Te sentirías mejor si…?
- Hablar desde el yo, no desde el tú. Es mejor decir «Me disgusta tropezarme con los juguetes al entrar en el salón, ¿qué crees que podemos hacer para que yo me sienta mejor?» en lugar de «Eres una desordenada, mira todos esos juguetes por el suelo»
- La pausa positiva: desde mi punto de vista es arriesgado confundirla con el rincón de pensar. El objetivo es que todos los implicados en un conflicto estén calmados antes de buscar soluciones, aunque en el libro propone que haya un lugar al que se pueda invitar al niño a retirarse, o al que se puede retirar el adulto, es un tipo de mesa de la paz Montessori. A mí, personalmente, me parece bien que exista ese rincón o mesa de la paz, pero el hecho de invitarlos a acudir cuando estamos inmersos en un conflicto creo que puede hacerlo parecer un castigo y prefiero decirle a la niña «Cuando las dos estemos calmadas, lo hablamos, ahora no estoy en condiciones de hacerlo».
Creo que uno de los puntos a destacar de todo el texto es la siguiente frase: Los niños se portan mejor cuando se sienten mejor. Es un buen resumen a recordar cuando estamos saliendo de nuestras casillas, porque salimos, no nos sacan ellos, por mucho que duela y por muchas cosas que se nos remuevan, cuando no controlamos la situación nos aferramos a lo que aprendimos en nuestros primeros años de vida, y a la gran mayoría de nosotros nos educaron pensando que para que lo hiciéramos bien, teníamos que sentirnos mal. No carguemos a la siguiente generación con esta losa.
¿Habéis leído el libro? ¿Y algún otro sobre disciplina positiva? Os espero en comentarios y en redes sociales 😉
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Un abrazo y hasta el próximo post.