Montessori y fantasía de 0 a 6 años: qué hacemos en casa

Montessori y fantasía no van de la mano en los más pequeños. Es un tema, el de fantasía o realidad, que puede levantar pasiones. Hay acusaciones de robar la infancia, de mentirosos, de irresponsables, de creadores de traumas… Tanto por parte de quienes fomentan la fantasía como por parte de quienes no lo hacen.

Hoy te cuento qué hacemos nosotros, por qué y cuál es el punto de vista de la pedagogía Montessori.

El 3 de octubre estuvo en el podcast de Buenos días, Madresfera, Cristina Quiles, más conocida como La Quiles, hablando sobre su post «Cómo elegir buenos libros para niños» y, en un momento dado, salió algo relacionado con la fantasía y la realidad.

Como en otras ocasiones, no pude resistirme y (saqué) (se me escapó) conté que el método Montessori no es partidario de fomentar la fantasía en menores de 6 años.

¿Qué significa eso?

Significa que en el primer plano de desarrollo, de 0 a 6 años:

  • No se cuentan fábulas.
  • No se humanizan animales ni objetos.
  • No se fomenta la creencia en seres mágicos. Duendes, hadas, monstruos, ogros, Reyes Magos, Ratón Pérez… Nada que se te pueda ocurrir que encaje aquí.

Se habla de lo real, se cuentan historias basadas en la realidad sin elementos fantasiosos. Pero ya estamos hablando de un público en concreto, y es que Montessori y fantasía no van de la mano en los niños más pequeños, pero no hay ningún problema en los mayores.

¿Por qué?

Escribe Silvia C. Dubovoy, entrenadora de AMI, en La Realidad: la más Poderosa e Integral Llave al Mundo, que recordamos conscientemente a partir de los 3 años, pero que desde el nacimiento se generan impresiones que nos acompañan toda la vida. Continúa diciendo «Los niños confían y esperan que el mundo sea como se lo presentan los adultos y el ambiente externo». Así, nuestros peques, tenderán a creer lo que los adultos les contemos aunque suene raro.

En el mismo artículo, cita un fragmento del libro de Maria Montessori, El Método Avanzado Montessori:

¿Cómo puede desarrollarse la imaginación de los niños a través de lo que es, contrariamente, el fruto de nuestra imaginación? Somos nosotros los que imaginamos, no ellos; ellos creen, no imaginan. La credulidad es, ciertamente, una característica de una mente inmadura la que carece de experiencia y conocimiento de la realidad y está todavía desprovista de esa inteligencia que distingue lo verdadero de lo falso, lo bello de lo feo y lo posible de lo imposible. ¿Es entonces la credulidad lo que deseamos desarrollar en nuestros niños simplemente porque ellos demuestran ser crédulos a una edad cuando son naturalmente ignorantes e inmaduros?

A partir de los 5 años se considera que son plenamente capaces de distinguir fantasía de realidad. Por ello es en esas edades que se introduce la fantasía en Montessori, porque queda claro que solo es imaginación.

Comenta Dubovoy que mantener la ignorancia en los niños es una manera de mantener el control.

¿Fantasía o imaginación?

La fantasía va del adulto hacia el niño, mientras la imaginación sale del niño.

El adulto es el que le habla al niño de hadas, unicornios, Reyes Magos que todo lo ven… Los niños a veces dudan, o tienen miedo, pero si nos mantenemos en que son reales, nos creerán. No es inocencia, es creer ciegamente en sus padres por necesidad.

El niño es el que transforma un palo en una escoba, un avión, una silla, una cuchara, una croqueta, un dedo… Eso es imaginación, sale de ellos.

Montessori y fantasía no son compatibles en los pequeños de 0 a 6 años, pero Montessori e imaginación, sí.

¿Qué hacemos en casa?

Si llevas un tiempo leyéndome o nos conoces como familia, sabrás que seguimos bastante la pedagogía Montessori. Nos sentimos muy a gusto con su visión de la infancia, y es un método que está respaldado por la ciencia, así que cuadra con nuestra manera de ver el mundo y la educación.

Ahora bien, ni tanto, ni tan calvo. Que somos una familia, no una escuela, y la pedagogía Montessori fue creada para el aprendizaje formal en el aula. En las familias hay tradiciones, familia extensa, vemos la tele, los peques tienen amigos educados de distintas maneras… Vivimos en el mundo, no en una caverna montessoriana.

Nuestro término medio es no mentir pero no prohibir. Las historias fantásticas no están vetadas en casa, pero mantenemos que no existen, son historias inventadas, juegos, entretenimiento, nada más.

Pensamos que esta opción, además, les permite comprender mejor el entorno en el que viven porque la fantasía está en todos lados. Hay juguetes de unicornios, hay decoración navideña y de Halloween, libros de seres animados en la librería… No podemos aislarlos del mundo, no responder a sus «¿Qué es esto?», ni prohibir los libros que no sean con imágenes e historias realistas. Eso sí que suena a fantasía…

¿Por qué?

  • Porque creemos firmemente que no es inocencia, sino credulidad.
  • Porque no nos sentimos cómodos mintiéndoles precisamente por la confianza y dependencia que tienen.
  • Porque algunas fantasías dan miedo: monstruos, hombres que se cuelan en casa por la noche (Reyes Magos, Laia les temía el año pasado), animales malvados (el lobo, pobre lobo…) Y no sabemos cómo establecer «estos existen y estos no».
  • Porque hay fantasías que pueden convertirse en peligrosas: niños que creen que podrán volar o que el superhéroe de turno los salvará si hacen algo arriesgado, pequeños que se van con un Rey Mago porque les dice que tiene un regalo para ellos, otros que no entienden por qué Papá Noel no les trae lo que piden si han sido buenos…
  • Porque creemos que la realidad tiene suficiente magia. Las abejas hacen miel, los humanos somos «parientes» de los simios, cada otoño caen las hojas de algunos árboles, los pingüinos son pájaros que no vuelan. Nos parecen naderías, pero es alucinante.
  • No creemos que le estemos quitando ninguna ilusión. Yo me emociono con la Navidad y siempre he sabido que no existen los Reyes Magos. A los adultos nos gusta la magia, las novelas y las películas de ficción a pesar de saber que son fantasías.

Y si mi hijo cree y juega con tu niña y ella se va de la lengua, ¿qué?

En esto hay dos puntos. El primero es que no es asunto mío cómo decides educar a tu peque y yo no te responsabilizo de que tu hijo le diga a la mía que el Ratoncito Pérez existe y le ha dejado un regalo. Me parece perfecto que así lo eduques si así lo sientes, lo mismo hago yo, educar como siento que debo hacerlo. Y por lo que sé, ninguna de las dos está maltratando a su pequeñuelo, así que ambas opciones me parecen igual de válidas y respetables.

El segundo punto es que, aunque le expliquemos a nuestros hijos lo que existe y lo que no, también saben (la mayor, al menos), que al margen de la realidad y de lo que nosotros digamos, todo el mundo es libre de pensar y creer en lo que quiera y que las creencias de los demás no se discuten aunque no se compartan.

Por eso, cuando en Navidad estamos inmersos en la conmemoración de algo que se cuenta que pasó hace muchos años, si Laia nos dice su «Pues yo creo que sí existen los Reyes Magos», no se lo discutimos. A veces ella nos cuenta su teoría de países lejanos, de hace mucho tiempo, de otros mundos… Y así también con las hadas. Podemos buscarlas en el parque, jugar a que las vemos, pero cuando llega el «Pero mami, solo lo estoy jugando, no son de verdad, es un cuento, ¿a que sí?» Siempre recibirá un «Claro, solo es un juego».

Y tú, ¿cómo lo ves? Me encantará leer tu opinión en comentarios o en redes sociales.

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2 respuestas a «Montessori y fantasía de 0 a 6 años: qué hacemos en casa»

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